Una experiencia educativa que incorpora nuevas herramientas de acompañamiento.

Por Agustina Cobo (Docente, coach educativo y periodista)

Desde hace tiempo quería unir estos dos universos que me definen: la comunicación y la educación. Siempre imaginé acercar nuevas herramientas a las escuelas de mi ciudad, abrir espacios de escucha y destacar algo fundamental que muchas veces pasa desapercibido: la forma en que nos hablamos y cómo eso influye en lo que aprendemos. 

Ese sueño comenzó a tomar forma cuando coordiné un taller de Coaching Educativo en el Instituto Nuestra Señora del Rosario. Fueron tres encuentros diseñados para trabajar temas que hoy desafían a cualquier aula: la escucha, los límites, la atención y las palabras que usamos con nosotros mismos y con los demás.

¿Qué es el Coaching Educativo?

El Coaching Educativo es una disciplina con bases teóricas sólidas que trabaja sobre las interferencias del aprendizaje, tanto en espacios formales como informales. Acompaña a estudiantes y docentes mediante preguntas y herramientas de comunicación que ayudan a clarificar objetivos y avanzar hacia ellos. 

Ofrece una nueva forma de mirar los desafíos educativos, aportando perspectivas y estrategias para reducir obstáculos, fortalecer habilidades y mejorar el trabajo en el aula. 

No reemplaza la tarea docente: la complementa, abriendo conversaciones que ordenan ideas, mejoran la escucha y permiten que cada estudiante reconozca lo que necesita para aprender mejor. 

El Instituto abrió sus puertas con confianza y los estudiantes participaron con honestidad, curiosidad e interés. Esa respuesta confirmó algo que veo cada día: a veces, lo que las escuelas necesitan no es más contenido, sino más espacios donde las voces puedan expresarse y sentirse parte.

La educación de hoy exige presencia, escucha activa y límites claros. También invita a revisar cómo nos comunicamos y cómo acompañamos a quienes crecen en un entorno lleno de estímulos. Trabajar estos temas dentro del aula no solo mejora la convivencia sino que impacta directamente en el aprendizaje y en el bienestar emocional. 

Esta experiencia es para mí un sueño cumplido: acercar una propuesta diferente, innovar dentro de la escuela y sumar nuevas maneras de pensar la vida escolar.

Un espacio de encuentro que dejó conversaciones, reflexiones y miradas que aún resuenan.
Y, sobre todo, una puerta abierta.

Porque cada vez que una escuela se anima a incorporar algo nuevo, algo mejora: en los estudiantes, en los adultos y en la comunidad que acompaña la educación.